Es de noche. Dijiste que ibas a dormir hace una hora, pero sigues deslizando el dedo por la pantalla. Noticias sobre crisis climática, conflictos, inflación, pandemias y caos político aparecen ante tus ojos. Sientes ansiedad, cansancio… pero no puedes parar. Bienvenido/a al doomscrolling, la adicción silenciosa a las malas noticias.
Hoy, muchos de nosotros navegamos sin descanso por un mar de titulares alarmantes que alimentan nuestro estrés más que nuestro entendimiento.
¿Qué es el doomscrolling?
El término surge de la unión de las palabras scrolling (pasar horas absorto ojeando entre publicaciones) y doom (condena). La persona que hace doomscrolling cae en un bucle interminable de consultar noticias impactantes, exageradas o alarmistas. Algunos de los temas más frecuentes serían la política, el cambio climático, la salud mundial o los conflictos globales.
Algunos ejemplos de noticias de este tipo serían:
- “El cambio climático se acelera: 2024 fue el año más caluroso de la historia”
- “Inseguridad en aumento: las ciudades más peligrosas del país en 2025”
- “Miles de despidos en el sector tecnológico: el empleo digital en crisis”
- “Inteligencia artificial fuera de control, advierten expertos”
¿Por qué no podemos parar?
Hay varios factores que alimentan el doomscrolling:
- Diseño adictivo: las plataformas están hechas para que sigamos enganchados. Las actualizaciones constantes y la recompensa intermitente (a veces hay algo realmente relevante) refuerzan el hábito. Los móviles generan adicción porque ofrecen contenido de forma ilimitada.
- Sesgo de negatividad: las noticias negativas tienden a ser más virales y recordadas. Existe una tendencia humana a fijarse en lo negativo.
- Ansiedad y búsqueda de certezas: Rafael Tabarés, catedrático de Psiquiatría en la Universitat de València, en una entrevista ofrecida a La Vanguardia comenta que las personas creemos que a través del conocimiento podemos controlar nuestros miedos e incertidumbre y que por ello queremos estar al tanto de la información de forma inmediata.
El impacto psicológico del doomscrolling
La sobreexposición a información catastrófica tiene un gran impacto en nuestra salud mental. Para empezar, nuestro cerebro cuenta con un sistema de alarma que es el encargado de prepararnos ante un potencial peligro, pero cuando estamos en alerta constantemente, este se encuentra sobreestimulado. Esta situación se traduce en ansiedad, preocupación constante, aumento de pensamientos intrusivos y dificultad para relajarse. Además, si el doomscrolling se produce antes de irnos a dormir, al activar nuestro sistema nervioso simpático, nos dificulta conciliar el sueño.
Por otro lado, puede darse una desconexión emocional que nos impida empatizar con todo el sufrimiento al que nos exponemos. Saber que no podemos hacer nada por mejorar o prevenir las situaciones de las que leemos alimenta nuestra ansiedad y nos genera incertidumbre, generando la sensación de que el mundo es un lugar incontrolable y hostil.
Todo este conjunto de síntomas produce una disminución en nuestra satisfacción en la vida o percepción de bienestar.
Si te encuentras en esta situación, no dudes en pedir ayuda. Desde la psicología cognitivo-conductual se te darán pautas y recursos con el fin de reducir el consumo y manejar los síntomas.
¿Cómo lo evitamos?
Al igual que en otras problemáticas relacionadas con el consumo adictivo de contenido online, la clave es ponerse límites.
- Establece horarios o un máximo de tiempo para revisar noticias.
- Elige fuentes fiables y evita la sobreexposición a redes sociales para informarte.
- Practica el “scroll consciente”, haciendo pausas y preguntándote: ¿esto me aporta algo o me está desgastando? No vayas a buscar noticias de forma compulsiva cuando te entre el miedo y la angustia, en especial si estas son sobre temas que no te atañen.
- Busca también lo positivo: existen medios que destacan buenas noticias, avances científicos o soluciones. Ten presente que las redes sociales funcionan con algoritmos; si consumes otro tipo de contenido, cada vez te aparecerán menos noticias negativas.
La información es poder y hasta cierto punto tener acceso a lo que ocurre en el mundo nos permite tener una mejor comprensión de nuestro entorno; sin embargo, debemos ser conscientes del impacto que esta sobreexposición puede tener en nosotros y establecer límites a fin de mantener una recepción de información saludable y equilibrada.
Júlia Tarancón Estades
Colegiada B-03232