Hace dos años cuando decidí pedir ayuda me sentía fatal, no recuerdo haberme sentido tan mal en mi vida o por lo menos que la pena que sentía durara tanto tiempo. No tenía ganas de nada, dormía mal, no soportaba ir al trabajo, lo pasaba muy mal y cada día me costaba más levantarme y seguir adelante. Siempre he tenido muy mala opinión sobre mí misma, nunca me he creído ni lista, ni guapa, ni interesante… Siempre con miedo a todo. Me costó bastante dejar de sentirme así, pero poco a poco lo fui consiguiendo, con la ayuda de mi psicóloga.

Cambiar de opinión sobre mí, sentirme bien conmigo misma y creer en mí son cosas que hace un tiempo las creía imposibles y eso se lo voy a agradecer toda la vida. Ahora pienso que pedirle ayuda fue la mejor decisión que pude tomar. Me siento tan bien y diferente que lo único que me hubiera gustado es haberla encontrado antes en mi camino. Pero como me dijo ella misma, nunca es tarde. Lo más importante es creer en una misma, si lo logramos, podemos hacer cualquier cosa.