LA DICTADURA DE LA FELICIDAD

¿Te ha pasado alguna vez que te has sentido forzado/a a estar contento/a, incluso cuando creías que no tenías motivos para estarlo? ¿Te ha pasado que, al intentar forzarte a estar contento/a, no lo has conseguido y te has sentido incluso peor? Si sientes que no es válido tener momentos de malestar y te encuentras en la encrucijada de buscar la felicidad a toda costa, puede que te halles bajo lo que algunos llaman la “dictadura de la felicidad”.

Actualmente, nos vemos constantemente bombardeados por frases motivadoras, lemas del tipo “puedes conseguir TODO lo que te propongas”, o imágenes publicitarias o en las redes sociales de personas sonrientes que parecen ser felices todo el tiempo. No me malinterpretes, decirnos a nosotros mismos frases positivas, buscar momentos agradables e intentar relativizar lo que nos genera malestar, nos puede ser muy útil a nivel emocional. Pero, ¿nos es útil siempre? La respuesta es no. Llevar esta filosofía al extremo nos puede acarrear más consecuencias emocionales negativas que positivas y ser consciente de ello nos puede ayudar a no caer en esa “trampa” emocional.

Bajo la dictadura de la felicidad subyacen algunas premisas básicas. La primera de ellas es que debemos ser felices siempre. Nos han vendido tanto esta idea y la deseamos tanto que nos proponemos ser felices como un objetivo absoluto, como algo que una vez haya conseguido ya no lo podré perder. Si nos proponemos ese objetivo inalcanzable, cada vez que no nos sintamos lo felices que consideramos que deberíamos ser, nos frustraremos (“¿Por qué no consigo ser feliz?”, “¿Por qué todo el mundo a mi alrededor parece ser más feliz que yo?”) y se añadirá más malestar al que ya sentíamos de por sí. No te preocupes si tú también te propones o te has propuesto alguna vez ese objetivo, es lo más normal del mundo. El problema no es querer ser felices, sino contemplar esa felicidad como una meta y no como algo que forma parte del camino de la vida. Esta idea nos llevará a estar siempre a la caza de este estado, siguiendo unas expectativas irracionales (es imposible estar siempre bien) y sin tener en cuenta el desgaste emocional que puede conllevarnos.

Otra premisa muy dañina y relacionada con la anterior es pensar que tiene que haber una ausencia de estados o emociones desagradables. En el camino que comentaba, habrá momentos en los que no me sentiré feliz ni contento/a. De hecho, habrá muchísimos momentos en los que me sentiré triste, enfadado/a, frustrado/a, preocupado/a…y no pasa nada, es normal. A casi nadie le gusta experimentar emociones desagradables, pero son una parte importante y necesaria de nuestra vida. Debemos tener claro que cada emoción tiene su función, y que las emociones negativas o desagradables existen por algún motivo. La ansiedad puede sernos útil en muchos momentos de nuestra vida (tener cierto grado de ansiedad en una entrevista de trabajo puede hacer que nos la preparemos y que nos salga mejor que si no hubiéramos preparado nada). Si he tenido una pérdida importante para mí, es normal que esté triste y lo exprese ya que esto me ayudará a desahogarme y a que los demás me puedan ofrecer su apoyo. Si se produce una situación que considero injusta, es normal que sienta cierta rabia, y esto puede hacer que intente defender mis derechos. Intentar evitar o reprimir nuestras emociones desagradables de manera sistemática nunca nos ayuda. Es como si barriéramos debajo de la alfombra: la primera vez no se notará, pero cuando llevemos un tiempo haciéndolo, se acabará notando todo lo que hemos escondido allí y acabará saliendo. Lo mismo ocurre con las emociones y es importante, más que evitar o reprimir, aprender a tolerar y a regular dichas emociones.

Otra premisa implícita en esta dictadura es que tú eres responsable de cómo te sientes, y si no te sientes bien, es que quizás no te estás esforzando lo suficiente. Cuántas veces habremos escuchado frases del tipo “¡seguro que no es para tanto!”, “¡tienes que ser más positiva!”, o “si uno está mal, es porque quiere”. Bien, pues a veces no es tan sencillo…habrá ocasiones en las que ocurrirá algo que nos hará sentir muy mal, y seguramente tendremos motivos y todo el derecho del mundo para sentirnos así. Muchas personas que siguen esta premisa a rajatabla acaban sintiendo una culpabilidad tremenda por no ser capaces de ser felices, o acaban reprimiendo toda emoción desagradable que sienten, pareciendo o creyéndose ellos mismos que siempre están bien. Es importante tener en cuenta que no siempre “el que quiere puede” y que adoptar ese pensamiento puede hundirnos más que ayudarnos a salir a flote. Muy bien por Mr. Wonderful, que ha llenado nuestras agendas, cuadernos y tazas de frases positivas y bonitas que nos pueden venir muy bien en muchos momentos de nuestra vida. Pero no debemos olvidar que no se trata de ser positivo solo porque sí, ya que hay veces en que las circunstancias de nuestra vida nos dificultan mucho el estar contentos en un momento determinado y lo más adaptativo será expresar ese dolor y no guardárnoslo. Además, cada persona es diferente y no todos reaccionamos igual ante la misma situación. No debemos obviar que nuestras emociones se ven influenciadas por múltiples factores (genéticos, socioeconómicos, culturales, etc.). Por tanto, no debemos invalidar lo que siente una persona ante una determinada situación, solo porque nosotros no sentimos o no sentiríamos lo mismo.

Con todo ello no quiero decir que no sea importante potenciar las emociones positivas ya que nos pueden ayudar a afrontar mejor las dificultades con las que nos podamos encontrar. De lo que se trata aquí es de intentar ser lo más realista posible, teniendo en cuenta nuestras limitaciones personales y el mundo que nos rodea. Y sobre todo de no censurarnos y de aceptarnos, a nosotros mismos y a nuestras emociones. Recuerda siempre que está bien no estar siempre bien, que tienes derecho a estar triste, a llorar, a enfadarte, a ponerte nervioso/a… y que nadie tiene derecho a invalidar tus emociones y a decirte cómo deberías sentirte.

Si te sientes atrapado/a bajo la “dictadura de la felicidad” y/o crees que tienes problemas para regular tus emociones, no dudes en ponerte en contacto con nosotros e intentaremos ayudarte en todo lo posible.

Aina Fiol Veny

Psicóloga Col. Nº B-02615