Diferentes estados por los que puedo pasar durante el covid-19

Estamos viviendo una situación excepcional en la historia moderna, una situación que nos ha pillado a todos/as desprevenidos/as y sorprendidos/as. Si vemos las noticias, cada día, a lo largo de los años, nos han contado muchísimas historias, cosas que han pasado a lo largo y ancho del planeta, pero nunca el mundo se había paralizado de esta manera por un mismo motivo: el COVID-19.

            Ante este acontecimiento extraordinario vamos a experimentar muchas cosas diferentes. Emociones, sentimientos y sensaciones que quizá no hemos sentido nunca, o en momentos de nuestra vida muy diferentes a éste. Planes de futuro que se han visto truncados, algunos momentáneamente; planes de vida que han cambiado por completo; experiencias que quizá nunca pensamos que viviríamos… El mundo se ha parado y nos ha obligado a parar. Quizá sea un buen momento para escucharnos, conocernos y entendernos un poquito mejor a nosotros/as mismos/as; de hecho, ahora se suele disponer de mucho tiempo.

CUANDO NOS INVADE EL MIEDO

            Al inicio de esta crisis sanitaria,  muchos/as nos mantuvimos escépticos/as, porque parecía que nos pillaba de lejos. Todo eso se iniciaba en China, un país que está casi al otro lado del mundo , creyendo que el peligro estaba allí, no aquí. Sin embargo, el peligro se hizo real, llegó, y nos tocó. Fue ahí donde empezamos a experimentar emociones que nos paralizaron, como el miedo, la incertidumbre, la confusión, la inseguridad económica y laboral, la inseguridad física, entre otros.

            Cuando existe un peligro, el ser humano tiene la necesidad de hacer todo lo posible por protegerse. Fue ahí cuando empezamos a colapsar los supermercados, a comprar cosas en grandes cantidades, para asegurarnos los alimentos y los productos de primera necesidad para sobrevivir en casa ‘no sabemos cuánto tiempo’. Empezamos a abastecernos de medicamentos que quizá ni siquiera necesitábamos, por el miedo a quedarnos sin; la necesidad de hablar del tema constantemente se hizo imperiosa y enviábamos todos los mensajes que recibíamos, porque necesitábamos tener información constante sobre el tema. Además de quejarnos constantemente de la situación, de lo ocurrido y de buscar culpables para dar una explicación a lo que estaba ocurriendo.  Pero no nos dábamos cuenta de que hacer todo eso solo nos provocaba más miedo, más incertidumbre, incluso ira hacia eso desconocido, que venía, que se apoderaba de nuestros trabajos, de nuestro espacio y de nuestra libertad.

            Es cierto que existe un peligro real del que debemos ser conscientes, por eso la importancia de tener información y de saber cómo actuar ante el COVID-19, adoptando todas las medidas de salud que sean necesarias para poder protegernos y proteger a los que nos rodean. El miedo es normal ante esta situación, nos ayuda a adaptarnos a lo que está ocurriendo, pero también podemos gestionarlo de una forma adecuada: llorando, desahogándonos con alguien, haciendo ejercicio, escribiendo nuestras preocupaciones, siguiendo las medidas de seguridad…

            Aunque son emociones que a veces nos hacen actuar de forma poco adaptativa, son emociones necesarias ante una situación excepcional, ante una crisis sanitaria mundial que solo albergaba incertidumbre y desconocimiento. Emociones que, a lo largo de este proceso de confinamiento, pueden volver a surgir en cualquier momento.

PODEMOS APRENDER ALGO DE TODO ESTO

            Cuando el miedo disminuye, y la intensidad de las emociones en general, podemos empezar a pensar de forma más racional y a ver las cosas con más perspectiva. Con el paso de los días vamos teniendo más información, vamos tomando conciencia de lo que está ocurriendo y eso ayuda a calmar el miedo, la incertidumbre y la ira, aunque pueden seguir presentes. Es importante saber que no cualquier información que recibimos es válida, ni lo que vemos o leemos; por eso es importante buscar la información en fuentes fiables y oficiales, intentar hacer un cribaje y contrastar lo que nos cuentan. Tener la información necesaria, pero no estar sobreinformados/as, hablar de ello y compartir opiniones, sin que sea el único tema de conversación, nos hace sentir más seguros/as. Por tanto, empezamos a saber cuál es la mejor manera para actuar ante el confinamiento y lo llevamos a la práctica.

            Este puede ser un buen momento para empezar a identificar aquellas emociones nuevas que puedan ir surgiendo. El hecho de estar en casa las 24 horas o la gran mayoría del tiempo, ya sea a solas, acompañados/as por la familia, la pareja o compañeros/as de piso, nos va a generar nuevas sensaciones: desde el agobio, la irritabilidad y la ansiedad, hasta la alegría, el cariño y el apoyo, entre otras. Ante la situación económica es normal sentir miedo e incertidumbre porque el país entero desconoce lo que va a ocurrir, aunque sabemos que se avecina una crisis económica y que, en mayor o menor medida, nos va a afectar, y eso nos genera inseguridad. Si tenemos a alguien enfermo o ingresado, sentiremos miedo, preocupación e, incluso, desesperación por no poder estar ahí con ellos/as. Esta situación nos enseña a hacer frente a la frustración porque no podemos controlar muchas de esas cosas que nos gustarían y que deseamos que fuesen muy diferentes; pero sí sabemos que hay una parte que está en nuestras manos y que podemos hacer cada uno de nosotros/as, por eso es importante centrarse en ella.

            Éstas  y muchas otras situaciones que estamos viviendo nos están enseñando a adaptarnos, a poder avanzar y a saber que todos/as estamos tratando de dar lo mejor que podemos y sabemos de nosotros/as mismos/as.

            ESTA SITUACIÓN PUEDE AYUDARNOS A CRECER EMOCIONALMENTE

            Todos experimentamos emociones negativas ante esta situación, porque no puede ser de otra manera. Sin embargo, si nos quedamos encerrados/das en esas emociones será más difícil avanzar a podernos sentir mejor y llevar el resto del confinamiento de una forma más adecuada para nosotros/as mimos/as y los que nos rodean.

            Podemos buscar maneras de ayudar a los demás dentro de nuestras posibilidades: ayudar al vecino a hacer la compra, llamar a familiares y/o amigos/as que estén solos/as, dar información fiable a los que sigan sintiendo miedo, escuchar a los/as que necesitan ser escuchados/as, etc. Si creemos que tenemos algún talento podemos ponerlo a disposición de los demás, por ejemplo, creando manualidades para los/as niños/as, creando recetas de cocina, crear entretenimiento en las redes sociales, tocando un instrumento en la terraza, ayudar emocionalmente a alguien que le cuesta…

            Ante esta situación adversa podemos encontrar un propósito y enfocarnos a ello, por ejemplo, organizar lo que haré cuando todo esto acabe, qué quiero hacer y cómo lo haré, para motivarme a actuar sobre ello.  Es un momento para potenciar la creatividad, para hacer cosas que teníamos pendiente de hacer y que nunca encontrábamos el momento o hacer cosas nuevas que queríamos.

            Es importante y necesario aprender a estar en el presente, vivir el día a día, organizando una pequeña rutina que nos ayude a centrarnos en los propósitos de ese día: leer algo, ir a comprar, limpiar y/o organizar algo en la casa, hacer teletrabajo, jugar con los/a hijos/as, cocinar, descansar, hablar con alguien, etc. Los ejercicios de relajación y mindfulness pueden ayudarnos a conectar con el presente y no estar pensando constantemente en el futuro, el pasado o la situación actual.

            Si sabemos gestionar nuestras emociones adecuadamente, mantener la calma y aprender de toda esta situación, nos será más fácil poder enseñar a los/as demás a hacer lo mismo; es decir, podemos contagiar nuestra actitud a nuestro entorno, para poder sobrellevar lo mejor posible todo esto. Hay que tener en cuenta que saber gestionar nuestras emociones implica también saber que tendremos días malos, que estaremos tristes y agobiados/as y nos lo permitiremos, porque es necesario y porque la situación así lo requiere; esto nos enseña y nos ayuda a avanzar.

            Además, toda esta situación nos puede ayudar a valorar todas esas cosas que tenemos y quizá no seamos consciente de ello, como el tiempo el familia, el tiempo para descansar, conocernos mejor a nosotros/as mimos/as y a los de nuestro entorno, dedicarle más tiempo al ocio en casa, agradecer todo lo que podemos hacer en nuestro día a día, la gente que nos rodea, el tiempo para hacer cosas que teníamos pendientes, entre otros.